Centro Holística Hayden

Escuela de Autoconocimiento personal y espiritual

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27 de agosto de 2014

mes de Virgo 2014 ESTAMOS CONECTADOS UNOS CON OTROS

La física moderna concibió el mundo como un conjunto de cosas separadas siendo el ser humano el más separado de todos.  Pero en el siglo XX, con la observación del comportamiento del mundo subatómico se desarrolló la física cuántica que poco a poco nos ha ido sacando de ese aislamiento para situarnos en un mundo interconectado, con la conciencia como parte integral e influyente del tejido de la vida. No somos entes separados, sino mas bien, somos parte fundamental de los procesos físicos.  Nuestra relación con la materia es crucial. Todos nosotros estamos conectados unos con otros y con el mundo desde el fundamento mismo de nuestro ser.

Existe un “campo” en el universo cuántico en donde las partículas subatómicas tienen su actividad, desde allí aparecen y desaparecen. Podemos llamarle también el trasfondo de la existencia, en donde se da toda la actividad del universo y constituye el depósito de toda la energía posible.  


La Escrituras Sagradas nos dicen que este Universo es un universo mental.  Pero, ¡ojo!, que no es un universo intelectual. Esa Mente de la que nos hablan las Escrituras es la inteligencia que mueve las partículas atómicas y subatómicas y todo lo que existe y las conjuga en una danza maravillosa que da por resultado todo lo que vemos. La Conciencia es parte integrante de esa gran Mente. El ser humano es un emergente de esa Gran Conciencia y por medio de su instrumento, la mente humana, puede intervenir, e interviene en el resultado de su expresión. Somos creadores, a pesar de que no estemos conscientes.  

La espiritualidad es la búsqueda de la conexión con “aquello” que es eterno en cada uno de nosotros, que no muere con la muerte y que tiene encerrado en sí, todas las posibilidades  imaginables. Al entrar en contacto con “aquello” estamos en contacto directo con el “campo”. Los científicos descubrieron que ese “campo” sigue las leyes de la física cuántica por lo que en cada partícula está retratado todo el campo; como una fotografía holográfica. Esto nos explica el porqué esos seres especiales que entran en contacto directo con su divinidad, pareciera que ya no tuvieran que estudiar porque el contacto con el “campo” les permite acceder a todo el conocimiento. En sentido poético podemos decir que las “Escrituras Sagradas” se abren ante ellos. De ahí su profunda sabiduría.

Todo está conectado con todo. No hay una hebra suelta en el gran tejido de la Vida. Por lo que todo influye en todo. Tu pensamiento influye en los acontecimientos. Los pensamientos humanos influyen en su historia. Entonces cabe preguntar, ¿qué hemos hecho mal para que en este momento estén sucediente  esas guerras inmorales en donde se matan miles de civiles inocentes ante la mirada de todos?     

Es indudable que las guerras son una expresión de la visión que hemos tenido del mundo desde que Newton concibió el Universo como una gran máquina, Descartes nos convenció que estamos separados de la naturaleza y del cuerpo y Darwin nos hizo creer que la vida es cuestión de supervivencia, que no tiene nada que ver con la interdependencia y el compartir sino con el ganar, con llegar primero. El hombre es una máquina superviviente. En una concepción así del mundo, la guerra pasa a ser el instrumento para logar el dominio y triunfar.

Ahora sabemos que esta concepción está errada. Creemos en el nuevo paradigma que la ciencia nos ofrece, sin embargo, no lo reflejamos en la conducta. Seguimos inmersos en un sistema que responde al viejo paradigma pero nos gusta hablar del nuevo. Hemos hecho del hablar sin actuar en consonancia, un hábito. Condenamos las guerras pero no hacemos nada para evitarlas. Sin armas no hay guerras. ¿De dónde salen? ¿Quién las vende?... En medio de esta diatriba de creer una cosa y actuar de otra, nos hemos dejado dominar por un sistema de hipocresías que gobierna el mundo con sus falsos valores.

Cuando  la conexión de cada ser humano con su verdad interna sea la tónica de la época ya no habrá guerras. La medida del alejamiento de ese contacto la tenemos en toda esa violencia que parece ahogar nuestros más caros anhelos. Porque si nos reconociéramos en lo que en verdad somos, si tuviéramos la experiencia de sentir que no solo estamos aquí sino que estamos presentes en cada ser humano, no podríamos herirnos ni dañarnos.

Entra en ti, busca esa verdad con pasión. Inténtalo una y otra vez. Invoca, pide ayuda, manda un SOS al “campo”, di que quieres el contacto, reconoce que Dios está en todas partes, y que está en tu corazón. Ubícate allí y desde allí busca eliminar todo el ruido externo, escucha la canción del alma que se expresa en el latido de tu corazón y entra en el silencio. De acuerdo a tus creencias, utiliza el método que te sea más adecuado. Yo creo mucho en el ritmo y sé que si se hace rítmicamente, a la misma hora todos los días y si creas un espacio en tu hogar lleno de armonía desde donde puedas silenciar los ruidos externos, es más fácil. También tienes toda la naturaleza que vive el tiempo presente intensamente. Si te conectas con ella, puedes compartir esa vivencia.    

Algunos rezan, otros invocan, otros ponen toda su atención en la respiración o en los amados Maestros. Hay muchos métodos, todos son buenos, lo importante es la constancia. Y el convencimiento que no hay nada más importante en la vida que ese contacto. Que allí están todas las respuestas que buscamos. Convéncete que lo que hagas con tu vida influye en el todo, porque la conexión ya no es cuestión de fe sino una realidad probada bajo estrictos métodos científicos.

Todo cambia cuando percibimos la vida desde la unidad. Este sistema de tenencias, separaciones, diferencias, competencias y luchas tendrá que ceder su lugar a otro más cónsono con la realidad descubierta y entonces, sólo entonces, cambiaremos la historia.

Desde las profundidades del alma,


Carmen Santiago

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