Centro Holística Hayden

Escuela de Autoconocimiento personal y espiritual

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20 de septiembre de 2016

EL MANANTIAL DE LA FELICIDAD

Mes de Libra 2016

Cuando percibimos la vida sólo desde su apariencia externa, la vida pierde significado porque lo más valioso de este mundo es invisible. La crisis de nuestro tiempo está asentada en una doctrina que poco espacio le deja al espíritu humano. Nos hemos especializado en propiciar el materialismo y su economía carente de humanismo como si fuera algo natural.

En tiempos de la revolución industrial, el ser humano pasó a valorarse, no por lo que era sino por lo que producía. Charlie Chaplin buscó alertarnos con pasión pero sin resultado. Luego pasamos a valorar al ser humano por su poder de consumir. Mientras más
consumo, más rico soy. Pero el consumo, que está basado en cosas materiales, nunca satisface la verdadera necesidad humana.

Luego inventamos el crédito que permite el consumo sin tener los recursos para obtener el objeto del deseo. Y así llegamos al estado actual de la mayoría de los ciudadanos de las grandes, y no tan grandes, ciudades del mundo en donde se trabaja para pagar deudas. Pero no solo los individuos, las naciones también trabajan para pagar “su vergonzosa deuda externa”.

Es de tontos pensar que en un planeta finito puede haber un crecimiento infinito. Y es más tonto aún tener ese crecimiento como índice de éxito. Existe una ley Cósmica que dice que todo lo que se expande, se contrae. Como la pulsación, o la respiración cósmica que impregna todo el Universo. Como el día y la noche, la luna llena y la nueva, el amanecer y el atardecer… La Naturaleza exhibe esa Ley en infinitas manifestaciones. Y los economistas de nuestro tiempo pretenden un crecimiento sostenido. Es imposible. Nos estamos equivocando. Lo que crece más allá de su medida posible, colapsa.

Esto me trae a la memoria un consejo que el Maestro D.K. da a los discípulos que realmente quieren ayudar al mundo. Les pide que se dediquen a la economía porque dice que, junto con la psicología que no contempla el alma, ellas dos son las ciencias más atrasadas de la humanidad.

Hemos perdido el sentido de la existencia dejando de lado “el ser” para vivir en “el tener”. Y como buscamos la felicidad en donde no está no la encontraremos jamás.

Los grandes Maestros dicen que el ser humano es como un árbol, sólo que al revés. Sus raíces están enraizadas en las más altas esferas de la vida y su copa está abajo, en el mundo material, en donde se expresa como ramas, hojas, flores y frutos.

Lo mismo que le sucede al árbol cuando no recibe el alimento a través de sus raíces, que las ramas y las hojas se debilitan y se marchitan, cuando no recibimos el alimento espiritual no podemos dar flores y frutos, solo producimos hojas secas.

Buscamos eso imponderable que le da gozo a la existencia, y eso sólo se haya en el espíritu y somos, precisamente nosotros, portadores del espíritu, los que le damos ese sabor a todas las cosas materiales.

Cuando me desconozco en lo que realmente soy, cuando no me doy cuenta que soy el pensador, el alma que habita una personalidad y me confundo y me creo que soy el instrumento, todo se invierte, las raíces se vuelven hacia abajo y por más que luche, y por más que me esfuerce no podré alimentarme adecuadamente, porque “mi reino no es de este mundo…”

Como nuestro mundo materialista y su economía de mercado necesita consumidores para poder permanecer vigente, los produce, utilizando la tecnología disponible y el conocimiento moderno de la psiquis humana y sus procesos de percepción. Estamos expuestos a un bombardeo de propaganda para convencernos de que la felicidad está en el tener, la gran mentira de nuestros tiempos.

Busca el antídoto. Introdúcete en ti mismo, regálate tiempo y quédate contigo por unos instantes. Promueve la mirada interna todos los días, porque todos los días el árbol de tu vida tiene que alimentarse para que puedas enfrentar los retos que la vida te presenta. La cuestión no es tener o no problemas sino tener la fuerza de solucionarlos y cuando no es posible, poder vivir y lograr un grado de equilibrio a pesar de lo que pueda estar sucediendo.

Aunque las cosas externas permanezcan iguales, como has fortalecido tus raíces espirituales,  todo cambia simplemente porque cambió tu percepción.

Adentro muy adentro está todo lo que buscas porque te buscas a ti mismo. Sin esa sal, la vida no tiene sabor. Sin tu alma, sin tu espíritu, sin esa chispa divina que eres, ese rayo de sol que llegó a la Tierra para darle ese elemento imponderable que está en cada ser humano y que el Maestro Jesús llamó “la sal de la tierra”, nada tiene sentido, nada tiene sabor.

La felicidad está en las cosas eternas, sublimes, bellas que son elementos que sólo el mundo interno tiene. Cuando vives desde tu interior, ellas salen, como un manantial, y van aportando ese brillo especial a todo lo que ves y tocas. Entonces puedes disfrutar la existencia material porque el mundo interno le da vida, luz, belleza, le da significado a cada cosa de tu existencia. Y la puedes disfrutar como nunca antes.

Practica la relajación, la meditación, la oración. Conócete en tu interior y estarás conociendo tu verdadera existencia, desde donde brota el manantial de la felicidad.

Y desde ese manantial, juntos, celebremos la vida.

Con amor profundo,

Carmen Santiago 

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