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13 de agosto de 2017

El Dinero – Parte 3

Un método de distribución
Una expresión del amor desinteresado
Una recopilación de los Libros Azules del Maestro Tibetano Djwhal Khul

El Problema Económico

Este problema es básicamente el más fácil de resolver. Con sano sentido común puede lograrse.
Hay recursos adecuados para el mantenimiento de la vida humana, y la ciencia puede acrecentarlos y desarrollarlos. Los bienes minerales del mundo, el petróleo, el producto del campo, la contribución del reino animal, las riquezas del mar, y los frutos y las flores, se ofrecen  la humanidad. El hombre controla todo y pertenece a todos; no es propiedad de un grupo, nación o raza. Se debe exclusivamente al egoísmo
del hombre que (en estos días de rápida movilidad) millones de personas perezcan de hambre mientras que los alimentos se pudren o se los destruye; debido a los planes codiciosos y a las injusticias financieras de los hombres, los recursos del planeta no están universalmente disponibles de acuerdo a un inteligente sistema de distribución. No existe excusa que justifique que en alguna parte del mundo se carezca de las cosas esenciales para vivir. Tal carencia acusa una política miope y el bloqueo del libre traslado de los artículos de primera necesidad, por una u otra razón. Todas estas condiciones deplorables se basan en algún egoísmo nacional o grupal, y a que no se ha preparado un proyecto imparcial inteligente para satisfacer la necesidad humana en todo el mundo.

¿Qué otra cosa puede hacerse además de educar a las generaciones venideras sobre la necesidad de compartir, y para que circulen libremente los artículos esenciales de primera necesidad? La causa de este erróneo modo de vivir es muy simple. Es producto de antiguos métodos educativos erróneos, de la competencia y de la facilidad con que pueden ser explotados los indefensos y los débiles. Ningún grupo en particular es responsable, como hacen suponer a los ignorantes ciertos ideólogos fanáticos. En nuestro período hemos llegado simplemente a la culminación del egoísmo humano, al que, o se le pone fin inteligentemente, o destruirá a la humanidad.

Tres cosas terminarán con esta condición de gran riqueza y extrema pobreza, la superabundante alimentación de unos pocos y el hambre de los muchos, además de la centralización del producto del mundo controlado por un puñado de personas en cada país. Estas son: primero, el reconocimiento de que hay suficientes alimentos, combustibles, petróleo y minerales en el mundo, para satisfacer la necesidad de toda la población. En consecuencia, el problema es básicamente de distribución. Segundo, esta premisa de provisión adecuada, manipulada por la correcta distribución, debe ser aceptada y las provisiones esenciales para la salud, la seguridad y la felicidad del género humano, deben estar disponibles.

Tercero, que todo el problema económico y la institución de reglas necesarias y agencias distribuidoras, deberían ser manejadas por una asociación económica de naciones en la cual todas las naciones tendrán cabida; conocerán sus necesidades nacionales (basadas en la población y los recursos internos, etc.) y sabrán también con qué pueden contribuir a la familia de naciones; todas estarán animadas por la voluntad al bien general -voluntad al bien que probablemente se basará, ante todo, en la conveniencia y la necesidad nacionales, pero será constructiva en su acción.

Ciertos hechos son evidentes. El viejo orden ha fallado. Los recursos del mundo cayeron en manos de los egoístas y no hubo una justa distribución. Algunas naciones tuvieron demasiado y explotaron sus excedentes; otras muy poco y, por ello, su vida nacional y su situación económica se perjudicó. Al final de esta guerra todas las naciones estarán en dificultades financieras, todas necesitarán ser reconstruidas y todas tendrán que dedicarse activamente a arreglar la futura vida económica del planeta y ajustarla sobre líneas más sólidas.

El período de reajuste ofrece la oportunidad de efectuar cambios drásticos y profundamente necesarios y establecer un nuevo orden económico basado en la contribución de cada nación al todo, en el compartir los artículos de primera necesidad y en el Inteligente acopio de los recursos para beneficio de la totalidad, más un sensato sistema de distribución. Un plan así es factible.

La solución ofrecida aquí es tan sencilla que, por esa misma razón, quizás no llame la atención.

La cualidad que deben poseer quienes preparan el cambio del enfoque económico es tan simple, que hasta la voluntad al bien puede ser pasada por alto, pero si no hay sencillez y buena voluntad, poco podrá efectuarse después de la guerra mundial. Se necesitan hombres de visión, bien conceptuados, con conocimiento técnico e interés cosmopolita, los cuales deben tener también la confianza del pueblo, reunirse y establecer las reglas por las cuales el mundo se alimente adecuadamente; determinar la naturaleza y la extensión de la contribución que cada nación debe hacer; establecer la naturaleza y la extensión de las provisiones que deberán entregarse a cada nación; así se crearán esas condiciones que mantendrán circulando equitativamente los recursos del mundo y prepararán esas medidas preventivas que contrarrestarán el egoísmo y la codicia humanas.

¿Puede encontrarse un grupo de hombres así? Creo que sí. En todas partes hay quienes estudian profundamente la naturaleza humana, hay investigadores científicos de gran simpatía humana y hombres y mujeres conscientes, que durante largo tiempo -bajo el antiguo y cruel sistema- lucharon con el problema del dolor y la necesidad humana.

La nueva era de simplicidad debe llegar. El nuevo orden mundial inaugurará esta vida más simple, basada en una alimentación adecuada, un recto pensar, una actividad creadora y felicidad. Estas cosas esenciales son posibles sólo bajo un correcto gobierno económico. Esta simplificación y sabia distribución de los recursos del mundo, debe abarcar tanto al que está arriba como al que está abajo, y al rico como al pobre, sirviendo por igual a todos los hombres.
La Exteriorización de la Jerarquía, pp. 165-168

Gran parte de la energía de Inteligencia Activa (debido a la percepción y deseos egoístas de la humanidad) se ha cristalizado en dinero. La inteligencia humana ha servido al aspecto materialismo y no al aspecto de los valores espirituales. El dinero es la expresión concretizada del tercer tipo de energía espiritual. Esta expresión particular hizo su primera aparición en el antiguo sistema, análogamente materialista de trueque e intercambio; luego en civilizaciones posteriores (incluyendo predominantemente la nuestra) apareció el dinero, primero acuñado con los productos del reino mineral y después en papel moneda, fabricado con productos del reino vegetal, culminando en la actual preocupación por el dinero. Hay un significado profundo oculto en el enunciado de El Nuevo Testamento de que "el amor al dinero es la raíz de todo mal “El dinero y el egoísmo están detrás de la actual desastrosa situación económica. En realidad recibir dinero o este tipo de energía constituye para los  grandes financistas la línea de menor resistencia y poseen además la voluntad de obtener grandes fortunas, lo cual no se puede negar. Se empeñan en hacer fortuna; aplican su inteligencia para alcanzar su meta y nada puede detenerles. Muchos son puramente egoístas; hay quienes consideran que su dinero les ha sido confiado para ser administrado y utilizado por otros, y son asombrosamente generosos en un sentido filantrópico y humanitario. Estos hombres son receptivos al primer tipo de energía y con frecuencia los tres tipos de energía, hallan en ellos un canal, lo cual beneficia al mundo grandemente, y estos hombres son muy raros. El aspecto cristalizado de esta tercera energía -el dinero- debe aún ser empleada en gran escala para llevar a cabo el trabajo de la Jerarquía. Respecto a esto y en conexión con el dinero, será la gran prueba para la buena voluntad.
La Exteriorización de la Jerarquía, pp. 531-532

El mal reinante en el mundo no impide la revelación ni obstaculiza el desenvolvimiento de la vida espiritual, porque dicho mal es el resultado de la mala comprensión y la errónea orientación de la mente humana, de la importancia dada a las cosas materiales, provocada por la activa rivalidad durante largas épocas. Corresponde a las organizaciones religiosas de todo el mundo, preservar la verdad en toda su pureza y evitar la idea fanática de que cualquier interpretación individual de la verdad debe necesariamente ser única y correcta. Los teólogos se han esforzado sinceramente, en defender frases que creían la única y correcta formulación de la idea divina, quedando Cristo olvidado tras esas palabras; los eclesiásticos se abocaron con todo su esfuerzo y capacidad a la tarea de reunir fondos para la construcción de edificios, mientras que los niños de Dios de todas partes, desnudos y hambrientos, perdieron así su fe en el amor divino.

¿Cómo puede satisfacerse la necesidad que tiene la humanidad de ser guiada espiritualmente, cuando los mandatarios de las iglesias están tan ocupados en cosas terrenales, si la Iglesia Católica Romana, la Iglesia Griega Ortodoxa y las Iglesias Protestantes hacen hincapié en la pompa y la ceremonia, los grandes templos y las catedrales, los copones de oro y plata para la comunión de los fieles, los birretes escarlata, las indumentarias cuajadas de joyas y toda la aparatosidad tan apreciada por la mentalidad eclesiástica? ¿Cómo puede socorrerse a los niños que se mueren de hambre en todo el mundo, y en particular en Europa, si el Papa y los Obispos piden dinero para construir catedrales y erigir más iglesias, cuando las que hay están vacías? ¿Cómo puede brillar de nuevo la luz en la mente de los hombres si los eclesiásticos mantienen a los pueblos atemorizados, si no aceptan las antiguas interpretaciones teológicas ni los antiguos modos de acercarse a Dios? ¿Cómo puede hacerse frente a las necesidades espirituales e intelectuales de la gente, si los seminarios teológicos no enseñan nada nuevo ni apropiado para este día y época, pero envían jóvenes para orientar a la humanidad, que sólo conocen las interpretaciones del pasado?.....

Hoy las personas de todas partes están en condiciones de recibir la luz; esperan una nueva revelación y una nueva dispensación; tanto ha avanzado la humanidad en el sendero de evolución que estas demandas y expectativas, ya no están únicamente revestidas en términos de mejoramiento material, sino en términos de visión espiritual, valores verdaderos y correctas relaciones humanas. Piden enseñanza y ayuda espiritual, conjuntamente con el alimento necesario, ropa y oportunidad de trabajar y vivir en libertad; enfrentan el hambre en grandes zonas del mundo y, con igual congoja, experimentan también el hambre del alma.
La Reaparición de Cristo, pp. 122-124

La unidad, la paz y la seguridad vendrán mediante el reconocimiento, inteligentemente comprobado, de los males que ha traído la presente situación mundial, para luego dar los pasos inteligentes y comprensivos que conducirán a establecer correctas relaciones humanas, a sustituir el actual sistema de competencia por el de colaboración, y a educar a las masas de todos los países respecto a la verdadera buena voluntad y su poder hasta ahora no utilizado.

Esto significará desviar millonarias cantidades de dinero hacia sistemas correctos de educación, en vez de emplearlos para las fuerzas bélicas e invertirlos en ejércitos, armadas y armamentos.

Esto es lo espiritual y lo importante, y para ello deben luchar todos los hombres. La Jerarquía espiritual del planeta está especialmente interesada en descubrir a los hombres que deseen trabajar en este sentido; su principal interés se halla en la humanidad; comprende que los pasos que dé la humanidad, en el futuro inmediato condicionarán la Nueva Era y determinarán el destino del hombre. ¿Será un destino de aniquilamiento, de una guerra planetaria, de hambre y pestes mundiales, de una nación contra otra y de un total derrumbe de todo cuanto hace la vida digna de ser vivida? Todo esto puede ocurrir si no se hacen cambios fundamentales inspirados en la buena voluntad y en la comprensión amorosa...

¿Qué es lo que en estos momentos parece obstaculizar la unidad mundial e impide que las Naciones Unidas lleguen a concretar las soluciones que el hombre de la calle espera tan ansiosamente? No es difícil hallar la respuesta, e implica a todas las naciones: nacionalismo, capitalismo, competencia, codicia ciega y estúpida el mal empleo del dinero colorea la radio y la prensa de Gran Bretaña y aún más en los Estados Unidos, ocultando gran parte de la verdad al pueblo; los levantamientos de los trabajadores en todas partes fomenta trastornos e impone al público sufrimientos innecesarios; la gran desconfianza política e internacional, la falsa propaganda y la apatía de las iglesias, complican aún más el problema. Pero sobre todo, el culpable es el público que se niega a hacer frente a la vida tal cual es y a reconocer los hechos tales como son.

Pero hay otro aspecto del problema, y existe además lo que podría equilibrar el mal, pero todavía no lo hará ni lo contrarrestará totalmente.
En la actualidad, los hombres y mujeres de todas partes -de posición encumbrada o humilde, en cada nación, comunidad y grupo- presentan una visión de las correctas relaciones humanas que deben constituir el canon de la humanidad futura. Ellos divulgan los males que deben ser eliminados, inculcando incesantemente los principios de la Nueva Era.
Tales personas son importantes. En política hay grandes e inteligentes estadistas que tratan de guiar sabiamente a sus pueblos, pero tienen mucho que enfrentar... Hay educadores, escritores y conferencistas esclarecidos en todos los países, que tratan de demostrar al pueblo cuán práctico es el ideal, cuán abundante es la buena voluntad en la humanidad y cuán fácil es aplicar estos ideales porque hay en el mundo hombres y mujeres de buena voluntad en número suficiente para hacerlo. Este es el factor importante.

Todo el mundo desea seguridad, bienestar y relaciones pacíficas. Pero no podrá haber paz hasta que las Grandes Potencias, en colaboración con las naciones pequeñas, hayan resuelto el problema económico y comprendido que los recursos de la tierra no pertenecen a ninguna nación en particular, sino a toda la humanidad. El petróleo, la riqueza mineral, el carbón, el trigo, el azúcar y los granos del mundo, pertenecen a todos los hombres. Estos son los elementos necesarios para el diario vivir del hombre común.

El verdadero problema de las Naciones Unidas es doble; implica distribuir adecuadamente los recursos del mundo a fin de que no haya necesidades, y dar igual oportunidad y educación a los hombres de todas partes. Las naciones que poseen grandes recursos en realidad no son sus dueños, sino custodios de la riqueza del mundo y depositarios de la misma, para bien de sus semejantes. Llegará inevitablemente el momento en que, en bien de la paz y de la seguridad, los capitalistas de las diversas naciones se verán obligados a darse cuenta de ello y a reemplazar el viejo principio (que los ha regido hasta ahora) de adueñarse codiciosamente de los recursos, por el principio de compartir.

En cierta época -hace cien años o más- la justa distribución de la riqueza hubiera sido imposible.
Hoy no es así. Existen estadísticas, se han hecho cómputos, se han investigado todos los campos de los recursos de la tierra, y tales Investigaciones, cómputos y estadísticas han sido publicados y están a disposición del público. Los hombres que ocupan el poder saben con exactitud en toda nación cuáles son los alimentos, minerales, petróleo, carbón y otros productos necesarios que están disponibles para el uso mundial y que podrían ser distribuidos sobre una base justa y equitativa. Pero las naciones que poseen tales productos los reservan para sí, y los utilizan como punto de "discusión y regateo“. El problema de la distribución ya no será difícil cuando la alimentación del mundo esté libre de la política y del capitalismo; debe recordarse además, que contamos con adecuados medios de distribución por mar, tierra y aire.

Sin embargo, nada de esto se podrá realizar hasta que las Naciones Unidas empiecen a hablar en términos de una humanidad, en vez de hablar de fronteras, objetivos técnicos y temores, de regateo sobre el valor del petróleo, como en el Cercano Oriente, o con desconfianza, suspicacia y sospecha...

Por lo tanto, se debe tener en cuenta que hoy en Gran Bretaña, en Estados Unidos y en la Unión Soviética, hay estadistas que tratan de trabajar para el hombre común y hablan en favor del mismo en los congresos de las naciones. Sin embargo, hasta ahora, la oposición egoísta ha hecho fútil su obra, y los intereses monetarios de muchos países han neutralizado sus esfuerzos.

La Unión Soviética no tiene Intereses monetarios, pero posee vastos recursos en armas y hombres, y los pone en contra de los intereses capitalistas.
No es posible dar al mundo un ejemplo de perfección, ni solución alguna que traiga un alivio inmediato. Por lo tanto, puedo decir que para los guías espirituales de la raza, ciertas líneas de acción parecen correctas y garantizan actitudes constructivas...

El Consejo Económico Mundial (o cualquiera sea el grupo que represente los recursos del mundo) debe estar libre de la política fraudulenta, de la influencia capitalista y de sus tortuosos planes; debe liberar los recursos de la tierra para uso de toda la humanidad. Es una tarea larga, pero será posible cuando sean apreciadas mejor las necesidades del mundo. Una opinión pública esclarecida hará que las decisiones del Consejo Económico sean prácticas y posibles. Se debe enseñar a compartir y colaborar en vez de practicar la codicia y la competencia.
Los Problemas de la Humanidad, pp. 179-186

La futilidad y el cansancio incidental de la gran lucha, son reconocidos por los dirigentes de todas partes. Se demandan nuevos métodos, se indaga sobre lo que anda fundamentalmente mal, y se quiere descubrir por qué el enorme autosacrificio realizado y los esfuerzos divinamente motivados por centenares de hombres y mujeres no pudieron detener la guerra, solucionar el problema económico y liberar a la humanidad.

Podría decirse que el fracaso se debe principalmente a dos cosas:
1. El esfuerzo se ha puesto sobre los efectos y no se han tocado las causas subyacentes, conocidas por unos pocos. El intento ha sido 'hecho para corregir errores, desenmascarar el mal y a las personalidades malignas, y atacar a organizaciones, grupos, partidos, religiones y experimentos nacionales. Esto ha llegado a ser, en apariencia, una inútil pérdida de tiempo, fuerza, energía y dinero.

2. No se ha hecho esfuerzo alguno para reunir y fusionar en un todo organizado a los hombres de buena voluntad, de intención amorosa y pacífica, inteligentemente amables y bondadosos, a fin de colaborar conjunta y masivamente. Constituyen una cantidad increíble de personas que odian la guerra porque consideran hermanos a todos los hombres, pero no ven la forma de darle fin, porque todas las organizaciones que persiguen ese objetivo son, en último análisis, impotentes. Se apenan por la desgracia económica, pero no saben qué hacer, porque los diversos grupos que tratan el problema culpan a los demás y buscan la víctima propiciatoria, siendo conscientes del fracaso de los innumerables esfuerzos para lograr el bien.
Psicología Esotérica, Tomo II, pp. 486-487

La distribución de los recursos del mundo y la ajustada unidad de los pueblos, son en realidad una misma cosa, porque detrás de todas las guerras modernas existe siempre un problema económico fundamental. Cuando éste se solucione, las guerras cesarán en su mayor parte. En consecuencia, al considerar el mantenimiento de la paz, que las Naciones Unidas tratan en la actualidad y lo hacen resaltar, se evidencia Inmediatamente que la paz, la seguridad y la estabilidad del mundo, están fundamentalmente ligadas al problema económico. Una vez que estemos libres de necesidades, desaparecerá una de las causas principales de la guerra. Cuando la distribución de la riqueza del mundo no es equitativa y existe el problema de que unas naciones poseen o acaparan todo, mientras otras carecen de lo más elemental para la vida, es evidente que hay un factor que fomenta dificultades y que algo debe hacerse. Por lo tanto nos ocuparemos de la unidad y la paz del mundo, primordialmente desde el punto de vista económico.

Los Problemas de la Humanidad, pág. 175

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