Centro Holística Hayden

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5 de septiembre de 2017

Luna Llena en Piscis 2017

La Luna llena tendrá lugar el miércoles 6 de septiembre

La Luna llena en Piscis que está por acontecer vendrá impregnada de una alta dosis de sensibilidad, a tal punto que, a nivel emocional, tenderemos a experimentarnos más vulnerables, hipersensibles e influenciables ante los estímulos del  medio.

De alguna manera seremos más permeables a todo lo que ocurra en nuestro territorio, ya sea externo o interno; todo lo que allí suceda calará más profundamente en nosotros y esto podría, a menos que seamos capaces de adaptarnos a las circunstancias, hacernos sentir invadidos, alienados, o bien, sumergidos en una especie de caos y/o confusión que puede llegar a ser realmente abrumador.


Y es que, además de desplegar su luz sobre el profundo e irracional signo de Piscis, la Luna llena estará acompañada por Neptuno, planeta regente de este enigmático signo, quien se encontrará reclamando como un rey la potestad de su oceánico territorio, haciéndonos experimentarlo con mayor intensidad y plenitud, ya sea que manifieste su energía de forma densa o sutil.

En este sentido, lo que marcará la diferencia será la actitud que asumamos al respecto.  Con los asuntos neptunianos, será siempre la la fe, la humildad, la aceptación, el perdón, y el amor incondicional lo que nos permitirá integrar su energía y darle el mejor cauce posible.

Fe, que no fanatismo; humildad, que no humillación; aceptación, que no conformismo; perdón, que no sumisión;  amor incondicional, siempre.

Y es que con Piscis y Neptuno tendemos a ceder todo, a negarnos, a permitir ser alienados, pisoteados, sometidos, manipulados, y hay que saber discernir, cualidad propia de Virgo, signo desde el cual el Sol iluminará esta Luna, para no caer en el juego de la sombra pisciana y vibrar desde niveles más elevados de su energía.  Discernir por ejemplo entre la entrega amorosa y la sumisión, proveniente esta última del miedo y la desvalorización.

Otra tendencia negativa de la Luna en Piscis, máxime cuando se encuentra en conjunción a Neptuno, es ejercer una especie de manipulación emocional que no es más que una forma negativa de supervivencia ante el sentimiento de inferioridad o desvalimiento.

La persona, al sentir que no tiene el control de la situación y que no puede conseguir sus propósitos de manera natural, manipulará, comunmente, a través de la victimización.  Así que hemos de estar atentos a no caer en actitudes manipuladoras propias o ajenas.

Piscis y su regente moderno, Neptuno, como buen planeta transpersonal, pueden conducirnos, según como vivenciemos sus energías, a experiencias extremas, ya sea de éxtasis o de dolor, pueden sumergirnos en la plenitud y el gozo de la gracia divina, como también ahogarnos en la desesperación y hacernos sentir profundamente miserables.

Pueden, así mismo, llevarnos a experimentar tanto la sublime belleza del arte y de los mundos sutiles, como la horrible decadencia del vicio y la marginación.
Y todo esto no es más que parte del juego de maya, pero la energía de este planeta y de este signo también nos brinda la oportunidad de trascender esa ilusión, cuando nos entregamos por completo al Ser, soltando todos lo paradigmas y programaciones que han modelado nuestra estructura egóica, retornando a nuestra verdadera naturaleza.
Mientras tanto, será importante tener en cuenta que la manera como gestionemos las experiencias, ya sea divinamente extáticas o terriblemente dolorosas, como las que puede llegar a vivenciar nuestra alma en esta lunación, será lo que nos permita o nos dificulte integrar lo más sanamente posible la energía neptuniana.
No es lo mismo, por ejemplo, fundirnos en comunión con lo Sagrado y experimentar con humildad y sencillez la gracia de nuestra verdadera naturaleza y obrar desinteresadamente desde esa estado interior, que creernos un mesías o salvador, esperando reconocimiento y pleitesía por ello.
Al igual que no es lo mismo experimentar el dolor y drenarlo sanamente, sanando nuestras heridas, que revolcarse en el sufrimiento y sentirnos miserables e indignos, autocompadeciéndonos y quedándonos en el papel de víctima de otros o de las circunstancias y culpabilizándolos a ellos o, incluso, a nosotros mismos, por todos nuestros males.
De nuevo, el amor incondicional es la clave que marcará la diferencia, permitiéndonos trascender el dolor, el miedo y cualquier emoción negativa que pudiera surgir en el alma.
Contaremos además para ello con la fuerza transmutadora de Plutón en Capricornio que estará involucrado en un sextil con la Luna y Neptuno en Piscis y en un trígono con Sol en Virgo, estimulando la transformación de miedos, bloqueos y condicionamientos limitantes, lo cual facilitará la sanación interior que especialmente en estos tiempos precisamos de una forma u otra.
Por otra parte, esta interacción puede también movilizar nuestro lado más perfeccionista, obsesivo, manipulador, misterioso, controlador y suspicaz, así como favorecer la revelación de secretos o enigmas y potenciar nuestro psiquismo e intuición.
Con la Luna llena en Piscis también podemos sentirnos más inspirados, lo cual favorecerá la natural tendencia pisciana a canalizar la belleza de los mundo sutiles a través de formas de arte tales como la poesía, la música, la danza, el cine y la fotografía.
Piscis es además el signo de la ilusión, tanto aquella representada por la vida misma como aquella que que elaboramos en nuestro imaginario, es por ello que estaremos más soñadores que de costumbre, más fantasiosos y también más nostálgicos, echando de menos ese pasado que nunca volverá y al que, gracias a la energía lunar, podremos transportarnos a través de los recuerdos.
Si vibramos en el nivel más alto de la energía pisciana podremos ser capaces de trascender esa ilusión que parece atraparnos constantemente y experimentar el florecimiento de nuestra verdadera naturaleza, eterna e inmutable, plena y dichosa.
Recordemos que Piscis es también el signo de la espiritualidad y la autotrascendencia, así que esta Luna es muy favorable para meditar y reconectar con la fuente y en especial con la energía de la Madre Divina.
La Luna representa, además de nuestra dimensión emocional, el principio de lo femenino por excelencia, a la madre, el hogar y el territorio que nos es familiar, ya sea nuestra propia casa, pueblo o ciudad y país, así como nuestras raíces ancestrales y, como es cíclica, representa también las fases de la vida y, por lo tanto, puede hacer alusión también a la infancia y la juventud y su necesidad de nutrición y supervivencia, a la etapa madura de la madre que nutre, a la anciana que cura y aconseja con su saber y la misteriosa y poderosa bruja, que representa el vacío, la obscuridad, la sabiduría profunda de la sombra y el gozo de retornar a la fuente y de fundirnos con ella a través de la meditación.
En este sentido esta Luna conjunta a Neptuno en Piscis nos permitirá abordar lo femenino desde un punto de vista más profundo y espiritual, descubrir la belleza de su sacralidad para honrarla como se merece, con la acción pura, detallista, devota y servicial que el Sol en Virgo nos propone.
Es posible también que conectemos con una especie de nostalgia de la fuente materna e incluso con algún miedo y/o tristeza relacionado con nuestra madre o con cualquier figura que represente en nuestra vida ese principio materno, ya sea porque esta se encuentre lejos o atravesando algún sufrimiento o enfermedad, porque ya no se encuentre en este plano de existencia o simplemente porque, de alguna manera, nos sintamos separados de ese principio femenino, que nos ha dado origen.
También podría suceder que nuestra familia, casa o territorio esté atravesando por un período de caos, sufrimiento, confunción y desdicha o, en el mejor de los casos, por algún tipo de experiencia de tipo artístico o espiritual.
Puede que nos toque asistir a algún lugar de naturaleza neptuniana tal como un hospital, una cárcel, un monasterio o ashram, un centro artístico o algún lugar marítimo, que de alguna forma nos toque la fibra más sensible del alma.
Quizá sintamos la necesidad de estar aislados, de recogernos en nuestro hogar o en algún lugar de retiro o escapada y, sobre todo, en ese templo interior que es el alma.  
Meditemos pues en ese espacio sagrado para que esta Luna nos prodigue su amor incondicional y nos arrope con sus bendiciones, sanando cualquier dolor y llenando cualquier vacío ilusorio con su abrazo eterno y trascendente, fundiéndonos en ese verdadero vacío, pleno de gozo, inherente a nuestra naturaleza divina.



Nathacha Oura

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