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8 de enero de 2018

Los Eclipses y sus Estaciones

Por Sarah Varcas
La próxima estación de eclipses comienza el 17 de enero y termina el 21 de febrero del 2018, con un eclipse lunar a 12° de Leo el 31 de enero y un eclipse solar a 28° de Acuario el 15 de febrero. 

Los eclipses ocurren en grupos de dos o tres dentro de una estación de eclipses que dura alrededor de 36 días. Durante este tiempo ocurren lunas nuevas o llenas al igual que los Eclipses Lunares y Solares respectivamente, aunque puede existir un área gris en el mismo borde de una estación de eclipses cuando pudiese ocurrir una luna nueva o llena “que no sea exactamente un eclipse”. La estación de eclipses ocurre mientras el Sol está dentro de los 18 grados de uno de los Nodos de la Luna, esto es, los puntos en la trayectoria orbital de la Luna donde esta cruza la trayectoria del Sol. Las estaciones de eclipses surgen cada seis meses.   


¡Los eclipses somos nosotros! 

Hablando generalmente, los eclipses tienen una mala reputación, sin dudas debido al temor que provocaban en la antigüedad cuando los eclipses totales sumían a la gente en la oscuridad y la luz que sostenía la vida era erradicada por una fuerza aparentemente poderosa. En estos días estamos mejor informados sobre la mecánica cósmica de un eclipse. Sabemos que la luz, sea solar o lunar, regresará y podemos maravillarnos ante el evento si tenemos la suerte de experimentarlo sin temer por nuestras vidas. Pero todavía dentro de la psiquis colectiva se mantiene el temor a los eclipses y a todo lo que estos pueden traer consigo. 

Aunque nunca sugeriría el temor como una respuesta útil ante un eclipse que se aproxima, ciertamente aconsejaría precaución en términos del nivel de conciencia de cada uno. Los eclipses son de hecho momentos de gran poder, cuando las fuerzas externas e internas pueden desatarse sobre nosotros y necesitamos mantenernos alertas a su influencia en nuestras vidas. A diferencia de nuestros ancestros, sin embargo, podemos reconocer que estas fuerzas no están separadas de nosotros, ni intentan nuestra desaparición, sino que son fuerzas con intención de expresión y reconocimiento interior. Sí, a veces los eclipses traen consigo eventos que pueden crear situaciones tormentosas en nuestras vidas, pero nada sucede en una vida que no sea característico del individuo de cuya vida se trate. La astrología nos enseña esto sobre todo lo demás. Cada uno experimenta la energía de su carta natal a la vez que teje el diseño de su propio patrón. Nuestro nacimiento nos da la materia prima, pero nosotros le colocamos nuestro sello con cada palabra, acción, pensamiento y aliento.     


Y así durante una estación de eclipses, cualquier cosa que estos nos traigan, por sorprendentes, increíbles, chocantes o bienvenidos que puedan ser los eventos, ellos nacen del campo de energía esencial que somos nosotros – ustedes y yo. Ellos son característicos de quienes somos, del sendero que tenemos que recorrer y del crecimiento necesario para convertirnos en todo lo que podemos ser. Percibirlos como algo diferente es negar la naturaleza esencial de nuestra existencia, entretejida a lo largo del tiempo y el espacio, conectada, aquí y allá con el despliegue de este universo en expansión constante que nos exige que nos expandamos junto con él. Un eclipse puede cambiar la vida de una persona para siempre y no tocar a otra, no porque una sea afortunada y la otra no, bendecida o maldecida, sino porque cada individuo debido a su propia naturaleza, experimenta las energías del eclipse como únicamente él puede hacerlo. Como solamente él debe hacerlo.      

Lo impredecible previsible
Los eclipses son notoriamente impredecibles en sus efectos. Aun sin considerar los eclipses actuales, una vez que estamos en la estación todas las apuestas se invalidan y cualquier cosa puede ocurrir. La vida a veces adopta un sentimiento de aceleración en alguna forma. La presión se incrementa y las tensiones afloran cuando menos lo esperamos.  Alternativamente, pueden presentarse avances y un progreso inesperado. A veces ambas cosas suceden a la vez, ¡y más!  Los eclipses nos enseñan que hay muchas otras dimensiones que operan en nuestras vidas y no podemos ni siquiera imaginar que podamos controlarlas. Estamos sujetos a todo tipo de fuerzas, influencias y energías ante las cuales debemos inclinarnos en momentos como estos, reconociendo que como dijo una vez el Dalai Lama, “a veces el no obtener lo que quieres es una gran suerte”.

A menudo las estaciones de eclipses condensan un proceso que de lo contrario sería más prolongado. La relación que pensábamos deberíamos terminar en meses venideros, sorpresivamente termina de la noche a la mañana. Ese proyecto de trabajo que hemos estado cocinando durante el pasado año y que esperábamos lanzar en este, de pronto encuentra su momento y debe nacer rápidamente para que pueda fluir libremente. Esa molestia que hemos tenido en estos meses pasados que sabemos que deberíamos atender, se vuelve intensa de momento y nos vemos en  la sala de emergencia del hospital. Los eclipses esquivan el proceso y nos cambian de dirección hacia otro escenario. A veces esto puede ser emocionante, otras veces aterrorizante, pero de todas formas nos muestran que sea lo que hubiésemos planeado, ¡no es así como realmente va a suceder! Una vez que se nos revela este hecho, tenemos una elección. Y es esta elección la que radica en el centro de la vida durante una estación de eclipses:
¿Nos resistimos y luchamos contra el nuevo itinerario en nuestras vidas, o rasgamos el viejo y nos aprestamos a seguir el nuevo? 

Por supuesto, probablemente sabemos la respuesta “correcta”: no se resistan al universo, fluyan con él. Pero no es tan fácil, ¿verdad? Estamos tan densamente cableados creyendo que nuestra vida debe ser de cierta manera, desplegándose a nuestro ritmo y no al del otro, que cuando los eventos inesperados chocan de refilón con nosotros, nuestra configuración predeterminada trata de regresar a su estado anterior o se lamenta de “la injusticia” que nos ha sucedido. Podemos identificarnos con esta visión con tanta fuerza que nos neguemos a buscar siquiera una forma positiva de enfrentar estas nuevas circunstancias, porque el hacerlo equivale a aceptarlas sin luchar, ¡y simplemente no estamos preparados para hacer eso!  Así que luchamos contra los eventos en nuestras vidas, diciéndonos que no podemos enfrentar este nuevo orden de las cosas. Necesitamos recuperar nuestro control y volver a la estabilidad anterior. Aun cuando las cosas parezcan marchar bien a nuestro modo, un eclipse puede dejarnos sintiéndonos descontrolados y desestabilizados: “no entendía que podía tener tanto éxito y atención”, puede ser tan desconcertante como “¿cómo voy a poder sobrevivir sin la persona con quien he vivido durante la última década?” La esencia del desafío humano subyace a ambas preguntas:     

“¿Cómo puedo vivir cuando la vida no cumple mis expectativas”? 

No sé cómo lo ven ustedes, pero estoy cargada de expectativas desde el momento en que me despierto al minuto en que caigo en la cama al final del día. Algunas parecen bien insignificantes, como esperar que haya pan en la panera para el desayuno (y a veces descubro que nos lo comimos todo sin darnos cuenta) y espero que el agua salga por el grifo cuando lleno la tetera (generalmente lo hace). Otras tienen mayor gravedad: espero ser capaz de caminar cuando salgo de la cama y espero terminar el día junto con mi esposo y no separados por una tragedia que altere nuestras vidas.  Pero la verdad es que ninguno de nosotros sabe qué es lo que nos aguarda en el próximo momento y cuando llega la estación de eclipses se nos recuerda colectivamente este hecho; esto sin siquiera resaltar los giros crueles del destino en nuestras vidas, sino con la intención de instarnos a despertar al peso de nuestras expectativas para comenzar a liberarnos de su apretón restrictivo. Una vez que podamos hacer esto (y todavía lo estoy practicando, créanme) la vida asume otro matiz muy diferente. El agua que sale del grifo se convierte en un milagro cotidiano que nos mantiene vivos. La panera vacía es un recordatorio de que ¡ni siquiera el desayuno es previsible! La tragedia que todos oramos para que no nos ocurra nos revela uno de los misterios más profundos de la vida: que aún en nuestra hora más oscura podemos encontrar momentos, segundos de paz, si los buscamos y que aquello a lo que más tememos que nos pueda quebrar, puede eventualmente hacernos más fuertes y sabios.

Dentro de la constelación de expectativas que todos llevamos yacen las raíces del descontento, la desesperación y la insatisfacción. Mientras más energías invirtamos en ellas menos energía tendremos para cuando la vida no se encamine según nuestro plan.
La clave no radica en asegurarnos de que nada va a suceder (lo cual no podemos hacer, por mucho que tratemos), sino en abrazar el hecho de que sí puede suceder, reconociendo por tanto que la vida nos vive a nosotros y no al contrario. Este es el mensaje principal en una estación de eclipses y uno que necesitamos aceptar y celebrar, siempre y cuando podamos. Porque si la vida hace solamente lo que queremos, estaremos por siempre limitados por nuestra imaginación y por las expectativas que soñamos en nuestras mentes pequeñas y poco importantes. Una vez que permitimos que la vida tome el mando, ni siquiera el cielo es el límite y quién sabe a donde pueda llevarnos. Lo que consideramos un inconveniente puede convertirse en el portal hacia una experiencia totalmente nueva. Lo que consideramos como una tragedia, cambia en el momento en que reconocemos lo que es verdaderamente importante en la vida. Lo que vemos como un fracaso se convierte en el sendero al descubrimiento de un talento escondido que nunca imaginamos.

Así que la estación de eclipses debe ser bienvenida conjuntamente con todo lo que tiene que ofrecernos, tanto personal como colectivamente. Porque sea como sea, podemos estar seguros de que el mayor obstáculo siempre estará dentro de nosotros, en la forma de nuestras expectativas respecto a la vida. Finalmente, es cómo las manejamos lo que se agudiza o perfecciona en este tiempo impredecible de cambios.

Cliquear aquí para más información sobre los tres malentendidos más comunes sobre los eclipses


 Sarah Varcas

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