Centro Holística Hayden

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17 de febrero de 2018


“La vida es un juego, juégalo”
(Teresa de Calcuta) (1)
En la India existen varios juegos de mesa que están íntimamente relacionados a las enseñanzas espirituales. En un país que se llama a sí mismo Bharat (“el país de los enamorados de Dios”) es normal que todas las cosas se refieran de forma directa o indirecta a la divinidad en sus múltiples formas (2).
Para el Shaktismo, uno de los grupos más importantes del hinduismo, la forma más importante de la divinidad es Sri Lalita Tripurasundari, el último shakti (energía o poder cósmico) del Universo, incluso por encima de la Trimurti compuesta por los dioses Brahma, Vishnú y Shiva.
Lalita es una diosa adolescente, traviesa, inquieta, que quiere divertirse con su juguete, el Universo. Esto significa que, por encima de todas las cosas, el Universo es un juego y que todas sus partes, todos sus seres, están subordinadas a esta macrocósmica actividad divina.
Esta idea del cosmos como un “juego de Dios” (denominado “Lila”) fue plasmada en varios juegos de mesa tradicionales de la India, como el Parchís o Pachisi (Ludo), el Chaturanga (versión primitiva del Ajedrez), el Chaupar Gyan (Serpientes y Escaleras), entre otros.
¿Qué se busca con estos juegos? Enseñar, a través del entretenimiento, las leyes que rigen el Universo. En otras palabras, hacernos tomar conciencia -en forma vivencial- de que existen cosas que dependen de nosotros (decisiones que debemos tomar) y otras que no (la suerte) y que dependiendo de estos dos factores debemos responder con habilidad a todas los retos que vayan apareciendo.

Escaleras y Serpientes
Uno de los juegos donde el contenido sapiencial es más evidente es el Chaupar Gyan, que en Occidente se ha rebautizado como “Serpientes y Escaleras”. Este divertimento, también es conocido como “Paramapada Sopanam” (La Escalera a la Salvación), “Moksha Patam” o “ Shatranj Irfani” entre los sufíes.

En este juego, el tablero es un mapa del mundo interior y del avance inexorable desde la diversidad a la Unidad, representada por la casilla 100 (moksha), que sumada teosóficamente nos revela el número 1 (1+0+0=1), lo que también ocurre en el juego de la oca con sus 64 casillas (6+4=10=1+0=1) e incluso en el ajedrez, donde detrás de la ilusoria dualidad de los 64 escaques blancos y negros subyace la Unidad.
La dinámica de “Serpientes y Escaleras” es simple: se comienza en la parte baja del tablero (lo terrenal) y, mediante las sucesivas tiradas del dado, el jugador intentará ir evolucionando, subiendo hasta la parte superior (lo espiritual) tratando que las múltiples serpientes no lo muerdan y de encontrar escaleras que lo ayuden en su ascenso.
En otras palabras, las escaleras representan las virtudes que nos impulsan a lo alto (supeditadas a lo Bueno, lo Bello, lo Justo y lo Verdadero) mientras que las serpientes son los vicios que entorpecen nuestro avance (el veneno relacionado a lo Malo, lo Feo, lo Injusto y lo Falaz).
Para recordar al participante que “estrecha es la puerta y angosta la senda que lleva a la vida, y pocos son los que la hallan” (Mateo 7:14) y que el camino es recto como el filo de una navaja (Upanishads) el número de escaleras es menor que el número de serpientes.
Los principales conceptos de la tradición brahmánica que se enseñan mediante este mapa son el Karma (causa y efecto), el Dharma (propósito), Kama (deseo), Moksha (liberación) y Samsara (el ciclo de nacimientos y muertes).
Al llegar a Occidente, especialmente a la Inglaterra Victoriana, el juego fue occidentalizado (o mejor dicho “descafeinado”) y los conceptos sapienciales fueron sustituidos por el de pecado, aunque prontamente el juego también fue despojado de toda connotación ética o moral y convertido en un mero pasatiempo para niños. Actualmente hay versiones nuevas que buscan rescatar el sentido trascendente del juego, como en el caso del “Maha Lilah”, donde cada casilla representa un estado espiritual, al mismo tiempo que se publican tableros “aggiornados” a la mentalidad infantil de nuestros días incluyendo personajes de Disney o de Marvel.

La vida es un juego
Federico González Frías denominó “Panludo” a este juego existencial (Pan=todo, Ludo=juego) que “se practica simultáneamente en tres mundos distintos” (3) y en el que todos participamos, lo queramos o no. Por lo tanto, la existencia humana forma parte de este juego, o bien es también un juego, con sus reglas, sus límites y su propósito final.
Sobre esto, Joseph Campbell comenta: “Estoy seguro de que todos hemos jugado algún que otro juego, de modo que todos sabemos que los juegos más divertidos son los más difíciles. Los que plantean el sistema más complicado de desafíos son los que realmente te mantienen dentro del juego con ganas de jugar”. (4)
Si prestamos a estas enseñanzas tradicionales, podemos concebir la vida como un juego maravilloso donde se van sucediendo diversos retos a los que debemos dar una debida respuesta. Esta interacción es bien estudiada por la Filosofía Iniciática, que la considera la esencia de la Escuela de la Vida y de ésta viene la palabra “responsabilidad” (“responder con habilidad” a los retos).
Por lo tanto, si la vida es un juego y al mismo tiempo una escuela, nuestra misión es aprender jugando, volvernos niños, imitar a Lalita y disfrutar plenamente de este aquí y ahora.
Carpe Diem.

“Los juegos originalmente están ligados a lo sagrado, corno todas las actividades humanas, hasta las más profanas, las más espontáneas, las más exentas de toda finalidad consciente; todas derivan de este origen”(Jean Chevalier)

Imágenes

Versión india del juego


Evolución a través del juego “Serpientes y Escaleras”

Occidentalización del juego



Notas del texto
(1) Teresa de Calcuta: “Mi Legado”
(2) Bha=Luz Divina y Rata=Devoción, arrobamiento, enamoramiento.
(3) González Frías, Federico: “Defensa de Montjuïc por las Donas de Barcelona”. Sobre esto, González aclara que estos son “los tres planos donde el mundo está dividido según la cosmogonía tradicional”.
(4) Campbell, Joseph: “Mitos de la Luz”

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